Es importante, sobre todo al principio, que no le des al bebé chupetes ni biberones, ya que las tetinas se succionan de forma diferente que el pecho, por lo que el recién nacido puede acostumbrarse y luego no mamar el pecho con eficacia.

A la hora de amamantar no hay que tener prisa. Tienes que procurar que el ambiente sea relajado y tranquilo y encontrar una posicióm cómoda para ambos. Tu espalda ha de estar recta, con los hombros relajados y cómodos, dejando que sea el bebé el que se acerque a ti y no al contrario. Tienes que colocar al recién nacido frente a ti, barriga con barriga. Coloca el pezón lo más adentro posible de la boca de tu bebé, procurando que ésta cubra la aureola. Sostén el pecho si es necesario, para evitar que tape la naricita del recién nacido.

Será el bebé el que marque la duración de cada toma. Los primeros días, puedes hacer tomas de 3 o 4 minutos, e ir aumentando cada día hasta que llegue a unos diez minutos por pecho. Se pueden dar los dos pechos, alternándolos entre toma y toma. Al principio, la frecuencia normal pueden ser las tomas cada dos horas, aunque después se irán espaciando.

Cuando termines, coloca al bebé erguido sobre tu pecho y tu hombro para darle tiempo a eructar. Si no lo hace en unos pocos minutos, no te preocupes, puedes dar por terminada la toma, sin olvidar lavarte el pezón y secarlo bien.