1. Ten a mano todo lo que necesitas: pañales, toallitas desechables o un paño húmedo para limpiar al bebé, un cubo para desechar pañales, la cesta para la ropa sucia del bebé, ropa limpia, y un móvil o un juguete para entretener al bebé mientras le cambias.
2. Lávate las manos con agua y jabón antes y después de cambiar el pañal a tu bebé.
3. Acuesta al bebé en una superficie limpia. Si estás fuera de casa, no olvides llevar una mantita para cambiar pañales.
4. Ten siempre una mano aguantando al bebé y ¡nunca lo dejes solo!
5. Quita al bebé el pañal sucio.
6. Limpia toda la parte del cuerpo que está cubierta con el pañal con una toallita húmeda. Limpia a tu bebé de frente hacia atrás para evitar infecciones.
7. Al secar a tu bebé, no restriegues con fuerza. Seca entre los pliegues y arrugas de la piel del bebé con cuidado y suavidad, así evitarás heridas y rojeces.
8. Ponle un pañal limpio. Recuerda que en los primeros meses de vida del bebé, el pañal no debe cubrir el cordón umbilical.
9. Para ayudar a evitar la pañalitis, deja que la zona del pañal del bebé se seque al aire.
10. En los primeros días tras el parto, cada vez que cambies el pañal a tu bebé, limpia lo que quede de su cordón umbilical. El cordón caerá por si solo en un periodo de cinco a diez días.
Un bebé recién nacido usa aproximadamente diez pañales al día. Cámbiale de pañales en cuanto los moje o los ensucie. Esto evitará que a tu bebé le salga sarpullido.